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FoMO: el miedo a quedarse fuera en la era de las redes

El término FOMO (Fear of Missing Out, o miedo a perderse algo) describe esa ansiedad que surge al ver que otros disfrutan experiencias, logros o vínculos de los que uno no participa. En tiempos de redes sociales, donde la vida de los demás se muestra constantemente como una secuencia de momentos felices, el FOMO se ha convertido en un fenómeno psicológico común.

Las publicaciones idealizadas generan la sensación de que “los otros viven más y mejor”. Este miedo a quedar fuera activa mecanismos de comparación social y búsqueda compulsiva de conexión, lo que puede derivar en estrés, frustración y disminución de la satisfacción vital (Przybylski et al., 2013). Nuestra mente interpreta la exclusión —aunque sea simbólica— como una forma de amenaza social.

Desde la práctica clínica, el FOMO aparece con frecuencia en adolescentes y adultos jóvenes. Se asocia con uso problemático de redes, insomnio y baja autoestima. La persona siente la necesidad constante de revisar notificaciones para no “perderse” nada, lo que refuerza la dependencia digital y la sensación de vacío. Este comportamiento compulsivo está mediado, además, por el diseño mismo de los algoritmos de las pataformas de redes sociales, que buscan maximizar el tiempo en pantalla de los usuarios, siendo los niños y adolescentes, los más vulnerables esta estrategia. Este comportamiento compulsivo está mediado, además, por el diseño mismo de los algoritmos de las plataformas de redes sociales, que buscan maximizar el tiempo en pantalla de los usuarios, siendo los niños y adolescentes los más vulnerables a esta estrategia ( engagement).

El tratamiento pasa por reconectar con el presente, identificar las distorsiones cognitivas (“todos son felices menos yo”) y fomentar una relación más consciente con la tecnología. También implica fortalecer el sentido de propósito personal: comprender que no todo lo visible en redes refleja la realidad.

Conclusión: reconocer el FOMO no es un signo de debilidad, sino de humanidad. En un mundo hiperconectado, el verdadero bienestar surge cuando aprendemos a desconectarnos sin miedo y a habitar nuestro propio tiempo.

Referencia:

Salud Mental & Innovación