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Cyberstalking (o Ciberacoso): el acecho digital y su impacto psicológico

Introducción
El ciberacoso (cyberstalking) es una forma de acoso en línea o comunicación electrónica que se utiliza para hostigar, intimidar o amenazar a una persona o a un grupo de personas. El acosador emplea Internet u otras formas de comunicación electrónica (ej. mensajes SMS) para perseguir a su víctima, provocándo con frecuencia inseguridad y angustia en ésta última, sea un individuo o un grupo de personas (Jane, 2023). Si bien el acoso, como muchos otros comportamientos delictivos, no son originados por las tecnologías digitales, éstas, debido a sus características específicas, han incrementado el poder de los/as acosadores/as para actuar a distancia y en cualquier momento (Harewell, Pina and Storey, 2021).

Dinámica del acecho digital
El acoso a través de plataformas digitales adopta muchas formas, entre ellas enviar mensajes amenazantes, publicar comentarios negativos o rumores en redes sociales, enviar material explícito no deseado, crear perfiles falsos y vigilar las cuentas de redes sociales de alguien. Otras formas de ciberacoso incluyen hackear el computador o teléfono inteligente de una persona, utilizar spyware para monitorear su actividad en línea o hacerse pasar por alguien en Internet con el fin de dañar su reputación o vida social (Jane, 2023). A menudo, el acosador busca controlar, intimidar o mantener una relación unilateral con la víctima. Un aspecto relevante a considerar, es que la literatura muestra que el acoso digital suele aparecer en conjunto con el acoso directo. o en persona (Harewell, Pina and Storey, 2021).

El cyberstalking puede durar meses o años, y en muchos casos combina acoso en línea con comportamientos en persona (ej. aparecer inesperadamente en lugares donde está la persona acosada, etc.). Las víctimas pueden recibir mensajes constantes, sufrir invasiones de privacidad o sentirse observadas permanentemente, incluso sin evidencia directa.

Efectos psicológicos
Algunos investigadores han indicado que la victimización por ciberacoso, está relacionada con un aumento de la ideación suicida, miedo, ira, depresión y sintomatología ligada al trastorno de estrés postraumático (Short,et al., 2014). En la misma línea otros autores han destacado la depresión, ansiedad, ideación suicida, y ataque de pánico como manifestaciones psicopatológicas relevantes (Stevens, Nurse and Arief, 2020). Esto significa que la experiencia de acoso on-line es perfectamente compatible con la idea de un evento potencialmente traumático (EPT), tal como la han descrito Southwick, Bonanno, Masten, Panter-Brick y Yehuda (2014), es decir,  como un evento que expone a la persona a un estrés  inusualmente intenso, crónico, incontrolable y abrumador.

Prevención y Abordaje clínico
Como han mostrado muchos estudios, las personas víctimas de este tipo de delitos, por diferentes razones (personales, sociales, emocionales) tienden a ocultar la situación que les aqueja para evitar exposición, razón por la que tanto la denuncia -cuando se realiza-, o la solicitud de apoyo psicológico suelen tardar. En este último caso, por la razón señalada, el trabajo coordinado entre diferentes profesionales  —psicología, derecho y tecnología— puede significar un aporte clave para proteger a las víctimas y promover justicia digital. Antes de plantear siquiera la cuestión de la intervención clínica, es importante reconocer la necesidad de estrategias de prevención, por ejemplo, alfabetizando acerca del mundo Digital -los riesgos asociados-, y sobre la salud mental en este mismo plano.

Sin perjuicio de las diferencias individuales, el ámbito de la intervención clínica resulta de interés, al menos:

  • Acompañar e intervenir para promover la recuperación del sentimiento de control personal, lo cual dependiendo de la gravedad del caso, puede requerir apoyar a la persona durante el proceso de llevar a cabo acciones en materia judicial.

  • Abordar la sensación de estar siendo vigilado/a y otros manifestaciones concurrentes como la ansiedad y síntomas depresivos (culpa). En el primer caso podría ser necesario hacer algún despeje diagnóstico más fino, si la situación lo requiere; mientras que, en el caso de síntomas depresivos derivados de culpa (“quizás yo causé esto”), bien haría el profesional en evitar reforzar ese aspecto y, en caso de estar trabajando de manera interdisciplinaria, comunicar a los otros profesionales la relevancia de no revictimizar.

Conclusión
El cyberstalking demuestra que el acoso no necesita proximidad física para causar terror. Reconocer sus señales, ofrecer acompañamiento y restablecer la seguridad emocional son pasos esenciales para la recuperación psicológica y el bienestar digital.

Referencias

  • Borwell, J., Jansen, J., & Stol, W. (2025). The psychological impact of cybercrime victimization: The importance of personal and circumstantial factors. European Journal of Criminology, 22(4), 603–624. https://doi.org/10.1177/14773708241312506
  • Harewell, J. L., Pina, A., & Storey, J. E. (2021). Cyberstalking: Prevalence, characteristics, and impact. En A. Powell, A. Flynn, & L. Sugiura (Eds.), The Palgrave Handbook of Gendered Violence and Technology. Palgrave Macmillan. https://doi.org/10.1007/978-3-030-83734-1_11
  • Jane, M. (2023). The psychological effects of cyberstalking on victims. Social and Criminology, 11, 266. https://doi.org/10.35248/2375-4435.23.11.266
  • Southwick, S. M., Bonanno, G. A., Masten, A. S., Panter-Brick, C., & Yehuda, R. (2014). Resilience definitions, theory, and challenges: Interdisciplinary perspectives. European Journal of Psychotraumatology, 5(1). https://doi.org/10.3402/ejpt.v5.25338
  • Stevens, F., Nurse, J. R. C., & Arief, B. (2020). Cyber stalking, cyber harassment, and adult mental health: A systematic review. Cyberpsychology, Behavior, and Social Networking. https://doi.org/10.1089/cyber.2020.0253
Salud Mental & Innovación