La distorsión de la imagen corporal se refiere a la discrepancia entre cómo una persona percibe su cuerpo y cómo este realmente es. En la era digital, esta percepción puede ser afectada por el llamado “efecto filtro”, es decir, la exposición continua a imágenes editadas, filtros de belleza y estándares irreales promovidos por redes e influencers que difunden canones de imagen corporal idealizados.
Si bien las investigaciones no establecen relaciones de causalidad, si logran mostrar que la exposición constante al “efecto filtro” si contribuye al malestar corporal, la baja autoestima y la aparición de trastornos alimentarios, especialmente en adolescentes y mujeres jóvenes (Fardouly & Vartanian, 2016). Los filtros y retoques crean una brecha entre la imagen real y la deseada, generando frustración e incluso dismorfia corporal digital (selfie dysmorphia).
A pesar de lo que se pueda pensar, este tipo de fenómenos afecta tanto a mujeres como a hombres, aunque de manera diferente. Por ejemplo, como algunas investigaciones han hecho notar, a este respecto, las mujeres afectadas por el el así llamado “trastorno de dismorfia corporal ” (TDC) suelen ser localizar su fuente de angustia en partes como nariz, muslos, caderas y piel; mientras que, para el caso de los hombres, las zonas más sensibles desde este punto de vista, son cabello (alopecia), músculos y genitales(Simmons & Phillips, 2017).
Desde la psicoterapia, abordar esta problemática implica trabajar aspectos vinculados con los ideales referidos al propio cuerpo, a cánones de belleza y la autopercepción. Además, es posible apreciar, en la práctica clínica, que la distorsión corporal digital se relaciona también con el perfeccionismo y la búsqueda de aprobación. Por ello, la intervención debe abordar la situación desde diversos puntos de vista.
No obstante, antes de la intervención clínica, existe la posibilidades de la prevención en el ámbito familiar y educacional. Es necesario apoyar a adolescentes y jóvenes a distinguir entre representación y realidad, así como a fortalecer una mirada menos idealizada de la imagen y el propio cuerpo como fuente de experiencia, y reducir por esa vía los efectos de la comparación continua (lo que quieran o no), a la que están expuestos los usuarios de plataformas digitales. Es es como, abordar cuestiones vinculadas con la función del pensamiento críticoen el uso de medios digitales, es esencial.Esto nos lleva a resaltar la necesidad de una Alfabetización en Salud Mentalque este a la altura de la época,enfatizando en los alcances que tienen para el desarrollo humano, especialmente para niños/as y adolescentes, las plataformas digitales.
Conclusión: los filtros digitales nos hacen lucir más parecidos a como nos gustaría vernos en fotografías. No obstante, un uso compulsivo de los mismos, puede distorsionar la percepción que tenemos de nosotros mismos. Procurar conservar una mirada genuina, y una aceptación de la propia imagen corporal, es un acto de resistencia y de salud mental frente a los estándares digitales. En esto, la alfabetización en salud mental puede ser un instrumento muy apropiado para fomentar la prevención y promoción del cuidado personal, a través de las familias y la comunidad educativa.
Referencias:
- Fardouly, J., & Vartanian, L. R. (2016). Social media and body image concerns: Current research and future directions. Current Opinion in Psychology, 9, 1–5. https://doi.org/10.1016/j.copsyc.2016.01.004
- Mills, J. S., Musto, S., Williams, L., & Tiggemann, M. (2018). “Selfie” harm: The effect of selfies on self-esteem and body image in young women. Body Image, 28, 131–138. https://doi.org/10.1016/j.bodyim.2018.08.007
- Phillips, K. A., Simmons, R. A., & Phillips, K. A. (2017). Core clinical features of body dysmorphic disorder: Appearance preoccupations, negative emotions, core beliefs, and repetitive and avoidance behaviors. In K. A. Phillips (Ed.), Body dysmorphic disorder: Advances in research and clinical practice. Oxford University Press. https://doi.org/10.1093/med/9780190254131.003.0006

