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Phishing emocional y estafas digitales: el lado psicológico del engaño online

El phishing es uno de los ciberataques más destacados y duraderos, mediante el cual los atacantes utilizan métodos de ingeniería social para engañar a sus objetivos y hacer que revelen información privada (Rashid, Othman, et al., 2015). Existe preocupación, debido a que las nuevas tecnologías digitales,  como las técnicas de IA, están derivando en una mayor personalización de los fraudes. Por ejemplo, la Oficina de Competencia de Canadá informa que los canadienses perdieron más de 638 millones de dólares por fraude en 2024. Además, señala que solo entre el 5% y el 10% de los fraudes se denuncian, y que la mayoría están relacionados con la ciberdelincuencia.

En la era de la hiperconectividad, el phishing emocional —o las estafas digitales que apelan al miedo, la urgencia o el afecto— se ha convertido en una de las formas más sutiles y dañinas de manipulación psicológica. Aunque muchas personas asocian el phishing solo con fraudes financieros, su impacto emocional puede ser profundo, dejando secuelas similares a las de una traición interpersonal o una experiencia de abuso de confianza.

Desde la psicología, el phishing puede entenderse como un proceso de engaño relacional, donde el estafador busca generar un vínculo emocional falso para obtener datos personales o dinero. Según el reporte del año 2022 del Centro Antifraude de Canada, las víctimas de estafas en línea experimentan no sólo daño financiero, sino que daño psicológico y emocional (ej. vergüenza, culpa y ansiedad persistente) -lo que en muchos casos puede llevar a no denunciar el hecho por miedo al juicio social. Además, dependiendo de las características previas, la exposición a estafas digitales puede generar hipervigilancia y desconfianza generalizada, afectando la manera en que las/os afectadas/os se relacionan tanto en línea como fuera de Internet.

Desde la práctica clínica, es importante reconocer los daños producidos por la victimización en el plano digital. Acompañar a la o el afectado, implica abrir un espacio de contención y buscando restituir algo del sentimiento de control y seguridad perdidos. Si se diere el caso ideal, de una intervención próxima al evento, se podría actuar a través de primeros auxilios psicológicos, lo cual facilita la prevención del desarrollo y/o estabilización en el tiempo de sintomatología que podría llegar a requerir tratamientos más prolongados. Por su parte, la Alfabetización en Salud Mental digital, permite actuar preventivamente, por medio del reconocimiento de los fenómenos que implican riesgo en la interacción con plataformas digitales (correo elecrónico, mensajes SMS, chat, etc.) —, y, de esta manera, protegiendo a niños/as, jóvenes y adultos mayores, que son grupos de riesgo frecuentes.

En síntesis: el phishing no solo roba datos; roba tranquilidad, confianza y sentido de seguridad. Promover el pensamiento crítico y el autocuidado emocional frente a lo digital es una forma de fortalecer la salud mental en tiempos de vulnerabilidad tecnológica.

Referencias:

Salud Mental & Innovación